El pintor futurista Luigi Russolo escribió, en el manifiesto El arte de los ruidos en 1913, que la modernidad había generado una nueva paleta de sonidos: los ruidos urbanos e industriales, los cuales “tenían un valor estético propio y podían ser musicalizados”. Así lo puso en práctica él mismo en su Serenata para intonarumori -serie de instrumentos que generaban ruido y que él mismo inventó- e instrumentos. Este programa explora precisamente eso: la relación con el ruido y nuestro tiempo.

En la primera obra de su trilogía, concebida para la acústica y arquitectura del Museo de Arte de Moscú diseñado por Renzo Piano, el compositor ruso Sergej Newski explora la relación entre música, tempo y espacio. Pero la realidad siempre se impone, y la pandemia y la guerra en Ucrania obligaron a Newski a cambiar sus planes. La versión de Berlín -que es la que se interpretará en este concierto- mantiene la idea original de explorar diferentes temporalidades y materiales. A su vez, otro evento ocurrió durante la composición: la muerte del célebre compositor Angelo Badalamenti. A modo de homenaje, Newski escribió la parte de percusión en el estilo de los solos que Badalamenti compuso para la segunda temporada de una de las series que lo encumbró: Twin Peaks, dirigida por David Lynch.

“A menudo, los ruidos despiertan mi inspiración”, afirma la compositora Carola Bauckholt. Su obra constituye una exploración del fenómeno de la percepción, en la que desdibuja los límites entre las artes visuales, el teatro musical y la música instrumental. En Pacific Time, Bauckholt parte de esas experiencias sonoras para entregarse por completo “a la idea del sonido”, sin recurrir a apoyos extramusicales como samplers o vídeos. La pieza se abre con una densa bruma ruidista, una suerte de niebla sonora que se transforma gradualmente, “como si un rayo de sol brillara, pero no pudiéramos verlo”, explica la compositora.

“Canto al cuerpo eléctrico”, escribió Whitman, un verso que resume el universo sonoro de Fausto Romitelli. En Trash TV Trance (2002), fusiona la vanguardia con el rock -de Led Zeppelin a Pink Floyd- y lleva la guitarra eléctrica a sus extremos: saturación, distorsión y bucles que retratan la sociedad del cambio de siglo. “Imágenes digitalizadas, lo artificial, lo distorsionado: esa es la naturaleza del hombre de hoy”, decía el compositor.

El programa concluye con una de las piezas más políticamente sonoras de Pauline Oliveros - dedicada a dos mujeres: una que se quitó la vida y otra que intentó quitársela a otra persona-, donde pide a los intérpretes "una continua circulación de energía" entre la escucha y el sonido, con el fin de reivindicar la relación entre uno mismo y los demás. El concierto comienza con un extracto de la banda sonora de Cabeza borradora (1977), un collage sonoro creado por David Lynch y Alan Splet con métodos inusuales -desde soplar al micrófono hasta arrastrar objetos- que acompaña una de las películas más fascinantes del siglo XX.